Deletreo las letras,
en un afán enfermizo por encontrar
la unidad primigenia
-el origen de los latidos literarios-.
Declino las esquinas,
las calles peatonales que me llevaron
un día a tu portal.
El tráfico ya no es nuestro aliado.
Evito los ríos y sus ramas en forma de semáforos.
Existen aún galeras de dos ruedas,
que sabrán conducirnos sin
complejos ni compromisos.
Evitable no lo es todo,
y menos tu belleza de pegaso hembra.
Cada uno tenemos nuestros atributos.
Decide bien entre caminar o volar.
Mientras, te espero,
avizor y entretenido,
deletreando letras.
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